
Hacía mucho que no escuchaba las ganas de escribir, algunas pausas extras en el camino han hecho que la mente este en otras cosas pero hace un par de semanas sonó esa vocesita y hubo que atenderla.
Algunos dicen que la intuición no existe, que todo pasa por «algo», que no somos dueños de nuestro destino, que no elegimos el camino ….pero ¿qué creen?, yo pienso todo lo contrario y es lo que me lleva a escribir esta notita. Hace apenas tres meses, en año nuevo hablaba sobre 3 conceptos: tiempo, muerte, amor y en la conclusión, les deseaba algo así como: «Que el amor llene nuestra vida, nuestra muerte, nuestro tiempo y nuestro destiempo.»
Y para mí, en lo que va de este 2017 siento que ya han pasado 5 años, en tres meses hemos vivido el tiempo, la muerte y el amor … uf, vaya que los hemos experimentado. Y no sé, tal vez fue esa intuición lo que me llevó a escribir sobre eso, a luego sentirlo para poder vivirlo y claro, terminar contándolo.
La misma que me esta llevando a cerrar ciclos y de a poco construir nuevas realidades, la misma vocesita que luego preferimos callar pero que tarde o temprano sale a relucir con un «te lo dije», de esos que medio te pegan en el orgullo.
La intuición me volvió a buscar y entre tantos mensajes que ha dado últimamente, me presentó a Agustín y Matias, unos hermanos con mucho que contar y sobre todo, que enseñar; no por ellos, sino porque la vida te va dando el dictado; es cuestión de estar con los ojos bien abiertos, como platos.
Uno, que acaba de dejar la vida godin digital para dedicarse al nuevo proyecto; el otro, Lic. en Ciencias Políticas, con maestría en lo mismo y que con ayuda de su intuición (seguramente) decidió dejar el trabajo mal pagado de una ONG y dedicarse a otras cosas, entre ellas, tres que a mi me encantan.
La primera, la comida. Apenas en 30 minutos platicó como fue la transición de vida godin a entrar a las cocinas, darse cuenta de la chinga que es, probar en las barras y llegar hasta ser manager de algunos sitios. Entre esos años, viajó (la segunda cosa que me encanta) y abrió su mente y límites y en Taiwan, seguramente entre miles de cosas increíbles se encontró con los steamed buns, el ramen y las gyozas y decidió que su siguiente proyecto de vida sería poner un sitio de esas delicias en algún lugar; lo puso en Buenos Aires.
Va bien y como resultado, tras meses de buscar un local en México y encontrarlo, ahora esta probando con baos (o steamed buns) y con cerveza artesanal en un sitio mega chingón, graffitis, kidrobots, dunnys, foquitos en la barra y un menú sencillo pero delicioso; el tipo de lugares que se hicieron con amor y pasión y que basta pasar por fuera para darle una oportunidad.

Esto me lleva a la tercera cosa que tenemos en común, el diseño de interiores (ah! Que coincidencia, ¿no?), hablamos también de eso, le conté de Manila y le dije que le haría una notita, intercambiamos gustos sobre las calles de la Roma y algunas otras zonas de la ciudad de México y resulta que además se dedica a remodelar pisos antiguos en el centro de Buenos Aires, ¡TOMA YA!, el futuro de Manila frente a mis ojos.

En menos de treinta minutos, hubo algo que me adelantó el futuro… me dijo que esta bien soltar, que está increíble viajar, abrir y conocer y que está mucho más chingon seguir tus sueños y pasiones, que vamos bien. Era como una proyección a mediano / largo plazo, el tipo tenía 10 años más que yo y sin saberlo, me estaba taladrando el corazón.
Curioso (o no) que el sitio al que fuimos a cenar un miércoles cualquiera vino a tocar tantas fibras y cubra todos los temas de este espacio.
Les dejo aquí unas fotos de nuestra visita a FUKO BAO, en Colima #268 y por cierto, les recomiendo ampliamente ir a comer unos baos, la masa (principal ingrediente) es ESPECTACULAR y las combinaciones también son muy buenas.
PS. Además de las chelas artesanales, sería bueno tener chela «normal», ¡Mucho éxito!.


